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jueves, 31 de octubre de 2013

Por ellas...

... por las truchas que viven en los ibones de Sen, de Bagüeña, Grande de Batisielles y el Embalse de Llauset. Esas a las que pretenden poner en la picota permitiendo cesando el régimen de captura y suelta en las aguas en las que viven, a pesar de estar dentro de un Parque Natural.



Después del puñetazo en la mesa propio de la primera reacción al recibir estas noticias (me refiero a esta entrada mía del otro día), y alentado por vuestros comentarios en este blog, me he decidido a lanzar una recogida de firmas para pedirle al Sr. Consejero de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente de Aragón que no permita este cambio. Porque el mejor sitio donde pueden estar esas truchas es en esos ibones.

Si pensáis igual que yo y queréis poner vuestro grano de arena para intentar concienciar el consejero y salvar esas truchas, podéis firmar AQUÍ

Mi agradecimiento de antemano, seguro que las truchas os lo agradecerán también. Un saludo

martes, 29 de octubre de 2013

Sombras

Cuando Alfonso me lo dijo no lo podía creer. ¿Cómo iban a permitir matar truchas en las aguas de unos ibones incluidos en un Parque Natural? Con más razón teniendo en cuenta que se pretendía cambiar la figura de protección a la de Parque Nacional. Al final me lo creí, más que nada por venir tan malas noticias de quien venían. Eso sí, aún quedaba la esperanza de que alguien pusiera un poco de cordura y el Departamento de Agricultura, Ganadería y Medioambiente desestimaría la propuesta de la Federación Aragonesa de Pesca y Casting. Pero no, se ve que no fue así.


Hoy se ha publicado el borrador del Plan General de Pesca de Aragón para el año 2014 y lo deja bien claro. El artículo 6 establece medida mínima (25 cm) para las truchas pescadas en los ibones de Sen, Bagüeña, Grande de Batisielles y embalse de Llauset. Hasta este año, y desde hace varios, venían siendo de captura y suelta. El de Bagüeña además, hasta hace 2012, vanía siendo vedado a causa de las atrocidades cometidas por ciertos furtivos del lugar. Ahora son esos furtivos, a través de su sociedad de pescadores y ésta a través de la Federación, los que han decidido, con el beneplácito del Gobierno de Aragón, que se puedan matar truchas en estos lugares. Un gran paso atrás que hace cernirse una alargada sombra sobre estos preciosos rincones del Pirineo y sobre sus truchas.


Pero no es el único paso atrás. El el plan general del 2012 ya se dio un paso atrás en lo que a la conservación del barbo se refiere. Y es que mientras en 2011 se declaró la obligatoriedad de devolver con vida todos los ejemplares de barbo de Graells y de barbo culiroyo, en 2012 y de nuevo a propuesta de la federación, se pasó a permitir el sacrificio de 3 ejemplares de barbo de Graells por pescador y día en determinados tramos de la provincia de Huesca en los que se supone que convive con la trucha. Como supondréis ésto no cambió para este año ni parece que vaya a cambiar para el que viene. Será porque piensan que la mayor agresión hacia las truchas las cometen los barbos. En fin, como decía mi abuela, vivir para ver.

sábado, 26 de octubre de 2013

Extranjero

Hace unos días guardaste el hábito de pescador para calzarte el de investigador. Tus pasos te llevan a Tübingen, en el sur de Alemania, a comprobar que las observaciones hechas por otros antes que tú coinciden realmente con las tuyas. Sólo vas a estar aquí dos semanas, una ya la has gastado y hoy es el único sábado durante tu estancia, así que decides hacer algo de turismo, ver la ciudad más allá de las paredes que albergan su antiquísima Universidad.


El pescador que llevas dentro, imposible sería haberlo dejado en casa, te guía ladera abajo hacia el río, que aquí llaman Neckar. Es curioso, lo haces de manera casi instintiva, subconsciente, quizá sea porque él, el pescador, sabe que allá abajo, donde discurre el agua, tu alma encuentra la quietud que le falta entre edificios y coches. Al llegar descubres una gran isla que divide el cauce en dos, aprovechada como una preciosa alameda que luce con esplendor los colores propios de esta época del año.


Piensas en tu casa, en cómo al gran padre Ebro le niegan el derecho a regalar a las gentes estos pequeños paraísos. El empeño de quienes deberían cuidarlo es en realidad otro, domarlo, exclavizarlo. Por eso, con una periodicidad casi exacta, cada año las excavadoras entran a destrozarle las entrañas, a destruir cualquier suerte de Ínsula Barataria.


Paseando por las orillas, buscando de nuevo la paz perdida por estas grises preocupaciones, encuentras un sauce majestuoso con las raíces hundidas en el agua del Neckar y que, en gimnástica posición, parece pretender tocar sus pies con las puntas de las ramas que apenas llegan a rozar la superficie del río. Entonces recuerdas alguno de los preciosos relatos del G. gloton, aquellos en los que narra cómo logró engañar a aquel montruo en la sombra del sauce.


De repente una silueta te trae de vuelta de tu abstracción, justo cuando empezabas a preguntarte si en esas aguas, quizá debajo de esas ramas, también habitan pintonas que le hagan compañía a los patos, pollas de agua y cisnes. Primero te quedas mirando cómo hace danzar la linea sobre el agua para alejar de sí el señuelo, imaginando que eres tu mismo el que está ejecutando el lance. Después, aprovechando su migración entre dos posturas, te decides a preguntarle qué peces son las que pueblan esas oscuras aguas. Te cuenta que allí nadan truchas, tímalos y algún lucio. No sabes bien si él es de aquí o quizá viene de lejos. Tampoco se lo has preguntado, quizá porque siempre te pareció perversa esa necesidad que tienen algunos por crear fronteras y clasificar, en ocasiones incluso discriminar, a la gente según a qué lado de éstas haya venido a nacer. Lo que sí estás seguro es de que no nació al sur de los Pirineos. Y lo sabes porque cuando le comentas que tú sueles pescar truchas y barbos le brillan los ojos y su mirada muestra cierto matiz de envidia, quizá nacida del recuerdo de algún reportaje leído en quién sabe qué revista extranjera. Lo más seguro alguien de tu tierra, aunque afortunadamente esto esté cambiando cada día más, hubiera sido una mirada de condescendencia pensando en que aquellos son peces indignos.

Al fin te despides deseándole suerte y te encaminas, por fin, a la parte alta de la ciudad. Allí se encuentran las atracciones turísticas: casas pintorescas de aspecto medieval, iglesias góticas y castillos. Pero antes el pescador vuelve a aflorar desde lo más profundo de tu ser y vuelve su mirada hacia el río mientras cruzas en puente. Entonces, en una zona donde el lecho se acerca más a la superficie, reconoces la sobra de un pez que te recuerda a un barbo. Y entonces piensas que tal vez no sea éste un mal lugar para vivir. Para investigar. Para pescar.

domingo, 13 de octubre de 2013

Basurtica

Hace un tiempo os conté cómo fui testigo de una eclosión de Ephoron virgo comprobando así que la "mariposicas" de las que habla Basurto en su "tratadico" existen en realidad.


Viendo el carácter masivo de estas eclosiones me decidí a montar una imitación de esta mosca, aunque más que el usarla como señuelo, lo que me llevó a hacerlo fué el afán de hacer un pequeño homenaje en el torno a Basurto. Eso sí, en verano llevaré algunas de ellas en la caja "por si las moscas".

Anzuelo: TMC 100 o similar #14
Hilo de montaje: crema
Cuerpo: tira de foam color crema
Cercos: pelo de ternera blanco
Collar: plima de cuello de gallo blanco
Alas: rafia natural

 Atamos un mechón de pelo de ternera en una aguja para imitar los cercos

 Pinchamos y fijamos la tira de foam con la que construiremos el cuerpo extendido de la efémera

 Formamos el cuerpo imitando la segmentación atando la tira a la aguja

 Para fijar el cuerpo extendido al anzuelo lo clavo en el mismo y refuerzo atándolo

 A continuación atamos la pluma de gallo con la que imitaremos las patas

 Fijamos una tira de rafia con la que imitamos las alas blancuzcas de la mosca y atamos la mitad inferior de la tira de foam por delante de ésta

Enrollamos la pluma sobre esta tira de foam, abatimos la tira superior sobre el collar, separando las dos mitades de la tira de rafia y cortamos ésta a la medida de las alas. Y así tendremos terminada nuestra imitación

Como he dicho, no sé si llegaré a atar esta imitación en mi bajo, pero ha sido un bonito ejercicio de montaje en el que he intentado imitar de una manera realista a esta mosca que protagoniza los atardeceres de unos cuantos días de agosto. Vosotros juzgaréis si lo he conseguido, y con un poco de suerte algún barbo dará también su veredicto en el futuro.

lunes, 7 de octubre de 2013

Oktoberfest

Las todavía agradables temperaturas junto con las lluvias de los últimos días han propiciado que la jornada de hoy fuera un auténtico festival. Hace un par de días vi la primera hormiga de ala y después de ellas han venido decenas, o quizá más. Por eso no he tenido ninguna duda a la hora de elegir la imitación que atar en mi terminal. Una alaíca sería hoy mi aliada a la hora de tentar a los peces. O quizá debería decir barbos, porque ellos han capitalizado la jornada.


No es que les haga ascos a las carpas, todo lo contrario. Pero es que los bigotudos estaban realmente mosqueros, patrullando las orillas en busca de lo que pudiera caer. Además ellas no estaban por la labor de comer en superficie. Aquellas que estaban en el fondo hozando hacían caso omiso a la presentación reiterada de mi mosca sobre su cabeza, y las que hociqueaban en superficie eran incapaces de acertar a picar en condiciones. ¡Qué desesperante puede llegar a ser intentar capturar una carpa a seca!


Algunos barbos subían inmediatamente a por la hormiga, pero a otros he tenido que animarlos dándole vida con un ligero dragado. Y cuando soplaba algo más de viento se hacía necesario posar bruscamente para que se enteraran. Al final,  a pesar de que he sufrido un par de roturas de terminal y he tenido numerosos rechaces en el último instante, he podido disfrutar de una maravillosa jornada con numerosas capturas.


También he podido capturar una carpa. Ésta me había pillado con una cangrebou atada al bajo y no ha podido resistirse a su movimiento. Sin duda ha sido la guinda que faltaba en el pastel para cerrar esta jornada redonda.


Visto lo visto he ido a elegir el día menos adecuado para olvidarme la sacadera en casa. Diré en mi descargo que he acortado todo lo posible la pelea con los peces y prometo no volver a dejármela. Yo llevo el brazo destrozado, espero que ellos no se hayan cansado demasiado, se hayan recuperado correctamente y volver a verlos de nuevo.